Por Javier Rodríguez Ten 19/04/2013
Una de las cuestiones más actuales es el del "fair play financiero", que empezamos a conocer con el asunto de la Licencia UEFA del Mallorca y que ahora puede ser que volvamos a sufrir con el Málaga. Ciertamente, la existencia de clubes con importantes deudas compitiendo en igualdad con otros que no las tienen puede parecer a simple vista injusto o impropio, pero la cuestión tiene muchos matices.
Deudas no es igual a insolvencia. Hay muchos clubes con muchas deudas pero que gracias a una buena gestión económica, pueden ir satisfaciendo religiosamente en su momento. Incluso con algún apuro, algo disculpable dado el momento en que nos encontramos. Con la AEAT, la SS y con otros clubes y jugadores.
Hay otros clubes que se encuentran en concurso de acreedores, que no pueden abonar sus deudas por imperativo legal y que tampoco pueden optar por abonar aquéllas que posibilitarían la continuidad competicional sin problema alguno (fundamentalmente, jugadores). Hasta ahora el paraguas concursal los amparaba en defensa de los acreedores, pero está por ver qué va a seguir sucediendo hasta que se apruebe la Ley reguladora de la insolvencia de las entidades profesionales.
Pero los clubes en mayor peligro actualmente son los que, saneados o no, endeudados o en concurso, se encuentran bajo el control de grandes magnates. Es decir, de multimillonarios que adquieren un juguete en el que invierten el dinero que les sobra (no olvidemos esto último) buscando notoriedad o contactos, etc.
Reciben una inyección instantánea de capital que posibilita plantillas competitivas y carísimas, clasificaciones impensables, y un futuro muy negro. Porque las plantillas se contratan, los contratos son plurianuales y los costes de personal son insostenibles sin el mantenimiento sostenido del nivel de inversión. Unos retrasos, o el hastío del máximo accionista en seguir gastando "su" dinero (recordemos, dinero que no genera la entidad, que se le inyecta artificialmente) generarán la hecatombe.
Actualmente vivimos en la cima de los magnates, en España y en Europa, pero en cualquier momento caeremos al vacío. Entidades españolas y extranjeras, fundamentalmente extranjeras, viven momentos de euforia artificial, pero el día que se acaben los caprichos estarán abocadas a la completa desaparición. No obstante, a sus aficiones no les importa; el fútbol siempre vive el presente. Pero desde algún lugar debiera exigirse que cuando sea evidente que un club no puede generar por sí solo los recursos necesarios para satisfacer sus inversiones, no pudiera acudirse a los milagros financieros como único método de subsistencia.
El fútbol es algo más, y la UEFA y la LFP han comenzado ese camino.