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sábado, 15 de abril de 2023

HUELE HASTA LA FETIDEZ

ARTÍCULO DE JOSÉ RAMÓN YÚFERA GINÉS,

 

Es que ya canta tanto como unos pies sudorosos. Este modesto articulista que no es periodista deportivo ni de nada lo viene denunciando lustros ha en los foros donde se le tiene a bien admitir sus escritos. Las competiciones españolas de fútbol son un fraude, especialmente el Campeonato Nacional de Liga (CNL).

 

Cada cual es libre de creer que lo que voy a escribir es la rabieta de un hincha sevillista frustrado por la deficiente temporada que su equipo viene desarrollando, y puede que quien así lo piense tenga razón. Estoy enrabietado y frustrado porque la situación actual de la sociedad a todos los niveles era algo más que presentida desde 2021 por todos.

 

Pero lo que es indudable es que existe un favoritismo institucional hacia tres sociedades en detrimento de las demás que integran la LFP . La hegemonía de estos tres a los que hace mucho llamo "el tripolio", con su jerarquía interna entre ellos, ha sido mantenida desde hace al menos 70 años. Una de las razones, primera pata del banco, del mencionado fraude es que los referidos siguen substrayendo la mayor parte de unos dineros correspondientes a todos excusándose en que es lo que la audiencia demanda. Un argumento injusto pero muy apropiado al Liberalismo Político del siglo XIX cuando se justificaba que el proletariado no debía tener derecho a voto porque no tenía intereses económicos. Lo que nadie dice es que dicha audiencia (un supuesto seguimiento mayoritario a los susodichos) es porque gran parte de la afición española está condicionada y orientada hacia aquéllos por obra y gracia de unos medios de comunicación que les son exclusivamente afines. De ésta suerte, son los únicos que ingresan riqueza para llevarse a los jugadores talentosos y que encima les proporcionen ingresos por derechos de imagen en su "calidad" de mediáticos, en tanto que el resto de entidades de la LFP debe cuadrar y cuadrar números hasta el riesgo de la ruina (como nuestro Sevilla) si desea armar un grupo que intente pelear el título aunque luego sólo le quede el premio de un puesto que de derecho al "maná" de la "Champions" o la "pedrea" de otra competición europea.

 

Hace unos años, cuando el anterior presidente del SFC intentó crear un movimiento orientado a una más equitativa distribución de los dineros del fútbol, el "mandamás" de la LFP respondía que algunos de los modestos competirían y alcanzarían al SFC, como avisando, porque lo que tenía claro es que a los del"tripolio", ni tocarlos. Dicho y hecho, hay más igualdad entre los clubs de la LFP, pero sin poder alcanzar a los tres de siempre. Solo hay que mirar la clasificación de los últimos 20 años. Evidentemente ya no es la liga de 100 puntos con goleadas, salvo excepciones, pero al final, la diferencia de puntos entre el 3º y el 4º es notoria. Mientras, los que alguna vez osaron arriesgar para auparse al título, coquetean con el descenso de categoría, y encima hay que soportar desde los innumerables medios afines al "tripolio" que

sólo es el resultado de una mala gestión institucional y deportiva. El reciente episodio de las "palancas" relacionadas con el FCB es el ejemplo más diáfano. Efectivamente, vemos que entidades tradicionalmente humildes superan a algunos más potentes, es factible que un Rayo Vallecano ocupe plaza europea o que un Getafe que no llena su "coliseum" ni por asomo salve la categoría holgadamente, pero ver un éxito similar al Leicester, Hoffenheim o Nápoli en el CNL, imposible.

 

El capítulo económico, escudado en una audiencia condicionada desde los 50 por unos medios de comunicación parciales hacia el "tripolio" es una de las patas del banco. La otra es la cuestión arbitral. Claro que ya no estamos en los tiempos en la que cierto presidente en connivencia con unos incipientes grandes almacenes regalaba fuera de temporada abrigos de visón a las señoras de los colegiados, pero el fraude sí ha ido evolucionando hasta convertirse en lo que es ahora, una competición orientada aperpetuar el predominio "per se" de los del tripolio. El llamado "caso Negreira" es un claro ejemplo. Lo mismo que en los sesenta, pero adecuado a los tiempos actuales. Recuerdo hace muchos años la entrada de Fernández a Amancio y cómo aquél racial defensa granadinista sólo sufrió un castigo ejemplar hasta ese momento. Ya no es tan descarado pero el resultado sigue siendo el mismo: se sanciona solo a los que juegan en equipos diferentes al "tripolio". Solo hay que recurrir ala estadística: Casemiro, nunca fue expulsado en los años que ha estado en la LFP; en menos de una temporada en la "Premier" ya ha sido expulsado dos veces.El toledano colegiado (60 Kms. De Madrid) Alberola Rojas en la última jornada y siguiendo la tradición estuvo a punto de birlarle al Villarreal dos puntos gracias al "penaltito" (en expresión "carlettina") clásico de los últimos minutos en el Bernabéu cuando pintan bastos para el anfitrión, el "error" era tan de bulto que el VAR (Medié Jiménez, catalán) notuvo más remedio que obligar al bueno de Don Javier a rectificar, pero ni él ni su socio en el VAR "advirtieron" la temible entrada de Tchouameni a Chukweze, mientras, en el RSP, el madrileño colegiado Pizarro Gómez, don Valentín (al césped), y su paisano Del Cerro Grande, don Carlos (al VOR-VAR) expulsan a Pape-Gueye en situación similar pero mucho menos fuerte. ¿Interpretación? ¿Disparidad de criterios? O prevaricación. Vinicius se dirige a los árbitros como quiere, Carletto se puede ir hasta elcentro del campo a protestar, un tal Cholo se permite el lujo con su enlutado atuendo de gesticualr en la banda y salirse de ella como y cuando se le planta en los "cataplines", pero Sampaoli era expulsado una y otra vez.¿Cómo llamamos a semejantes agravios?

 

En esta temporada, infausta para todo el sevillismo y con un desenlace incierto en lo que a mantener la categoría se refiere, cualquier decisión arbitral de éste tipo tiene su importancia. Se expulsan a los jugadores y se sacan tarjetas arbitrariamente, y las sanciones posteriores alcanzan hasta, probablemente, impedir que juegue contra alguno de los del "tripolio" si se juegan algo. La "disparidad de criterios" no se produce sólo en el momento del lance en sí, sino en la sentencia y sanción del Comité de Competición (CDC), juez único (Guedea) que tendrá sus colores, como Medina Cantalejo, pero que nadie los sabe.  

 

Naturalmente que los miembros del Comité Técnico de Árbitros (CTA) no prevarican en el mismo terreno de juego, la prevaricación está en el reglamento y en la designación de colegiados según qué partidos. La cantinela es cansina y antigua y largamente pregonada por los medios afines oficiales y oficiosos al trío de clubs monopolizadores de los títulos: hay que proteger a los jugadores talentosos y el espectáculo, lo que nadie dice, es que los verdaderos "cracks", los más talentosos, en España solo pueden estar, por derecho divino al parecer, en los tres de siempre. Es sibilino. Provocadores natos como Vinicius, Cesc Fábregas, Cristiano Ronaldo, Costa o Hugo Sánchez en su momento, pueden campar a sus anchas en el terreno de juego mofándose de sus contrarios hasta lograr su expulsión del terreno de juego: "es que no entienden su juego, juegan para divertirse", es el argumento más sonoro de la locuaz prensa que los apopa. Por el contrario, futbolistas que representan la diferencia en sus clubs como Rakitic (o Canales, no me duelen prendas el afirmarlo) si puede ser expulsados a las primeras de cambio.

 

Y en cuanto a las designaciones, ¿cómo es posible que se designe para un choque tan trascendental como el SFC-RC Celta a un colegiado como Pizarro Gómez tanto por su bisoñez como por su origen geográfico? Hay una relación entre la RFEF (Luis Rubiales) y el CTA (Medina Cantalejo) que debe dejar de existir. Ambos organismos dependientes del Consejo Superior de Deportes (CSD- JM Franco) y del Ministerio de Cultura y Deporte (M. Iceta) están politizados. Es además un hecho que políticos, periodistas y gentes de las finanzas que ocupan importantes cargos en éste país son forofos de quienes son por lo que una decisión arbitral más o menos comprometedora no es lo mismo tomarla en el Bernabeu que en el RSP. El CTA, así como el CDC también dependiente de la RFEF a la sazón controlada por un personaje como Rubiales, debieran ser órganos libres, independientes de la RFEF y profesionales en exclusiva. No veo otra solución en éste aspecto para que las competiciones españolas no guarden tan escandaloso contraste en sus sanciones con un fútbol muchísimo más físico como la "Premier" y quede libre de cualquier sospecha de corrupción. Los tres del "tripolio" pueden pensar que tienen la obligación de ir siempre a por los títulos, pero su exigencia la han convertido en un derecho, y eso es lo que las demás aficiones no debemos permitirles jamás.

 

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